"Lo más atroz en las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena."
Mahatma Gandhi

La escuela, como lugar donde se establecen gran parte de los principios que regirán la vida de los seres humanos, (el otro lugar es la familia) representa el ámbito en que la sociedad debe transmitir los valores que permitan el desarrollo de personas libres e instruidas, diversas y competentes, con aptitudes diferentes pero iguales en derechos y deberes, aptas para una convivencia eficaz e integradora.
Todo ello está previsto en la ley. Hay que educar para que ese espíritu, que refleja lo mejor del ser humano, se traduzca de un modo natural en el comportamiento íntimo y cotidiano de los cudadanos.
La convivencia es parte esencial en la vida de un centro educativo. En ella, de un modo natural, discreto y sencillo, todos y cada uno de los miembros de la comunidad han de experimentar en primera persona la equidad,la libertad, el respeto, la fraternidad, la excelencia, el afán por las cosas bien hechas, el deseo de conocimiento y cuantos otros valores engrandecen a la persona.
Es crucial detectar tempranamente aquellas actitudes y comportamientos que se desvíen de estos ideales y, también de un modo discreto, inteligente y en estrecha colaboración con las familias, reconducirlos y desactivarlos.
Comportamientos como el acoso en cualquiera de sus formas y la ausencia de respeto a otros miembros de la comunidad educativa (por motivo de género, de origen social o geográfico, de raza, etc.) deben ser analizados con la mayor urgencia, agilidad y eficacia posibles y tratados teniendo siempre presente que, en ocasiones, las víctimas de tales comportamientos no son, por si mismas, capaces de poner de manifiesto las situaciones en que se encuentran